Suplementos después de los 50: ¿Milagro en polvo o marketing disfrazado de salud?
A medida que las personas superan los 50 años, es común que empiecen a aparecer algunos cambios físicos: menor energía, pérdida de masa muscular, más dificultad para conciliar el sueño y hasta molestias articulares. Frente a estas señales, muchos acuden a los suplementos más populares del mercado: colágeno, magnesio y potasio.
Estos productos prometen de todo: piel más firme, uñas fuertes, mejor sueño, control de la presión arterial, mejoras en el sistema inmune, e incluso más vitalidad. Sin embargo, especialistas en nutrición advierten que no todos necesitan consumirlos, y que hacerlo sin indicación médica puede ser más riesgoso que beneficioso.
«No hay píldoras mágicas para el paso del tiempo», advierte una experta en salud nutricional. Según explica, lo fundamental en esta etapa de la vida es revisar los hábitos cotidianos: moverse más, fortalecer el cuerpo con ejercicios de resistencia y mejorar la calidad de la alimentación.
La suplementación puede ser útil, sí, pero en casos específicos como problemas de absorción, dietas muy restringidas o condiciones médicas puntuales. La clave está en no auto diagnosticarse ni dejarse llevar por la publicidad que promete juventud en frascos.
Los especialistas son claros: antes de tomar cualquier suplemento, se debe consultar con un profesional de la salud, quien podrá evaluar si realmente existe una deficiencia y cuál es la mejor manera de tratarla. Ingerir suplementos sin necesidad puede desequilibrar el organismo o incluso interferir con tratamientos médicos.
«La salud no se construye con cápsulas ni cucharadas, sino con decisiones diarias sostenidas en el tiempo», subraya la nutricionista.
En definitiva, el mensaje es claro: antes de buscar soluciones rápidas, es mejor apostar por lo que realmente tiene efectos comprobados a largo plazo: moverse, comer mejor y consultar al médico.